La semiótica del prejuicio

La semiótica del prejuicio

Todo lo aprendimos observando; observé en algún momento como mi madre rendía culto a su cuerpo con el fisicoculturismo y lo coronaba con trajes que mandaba a hacer a su medida; sin embargo, también observé todo lo que había detrás, y eso fue todo ese aparato de poca autoestima y mala relación con la comida llena de significados catastróficos ligados a ver una simple “lonjita” por más pequeña que ésta fuera.

Y es así que dentro de mi mente, sin darme cuenta, todo eso lo volví un signo que si lo ponemos en una frase diría algo así “ la delgadez y el verse bien de manera hegemónica, es algo prioritario y necesario para tener cualquier valor en la sociedad, y debes conseguirlo a costa de lo que sea, así esto sea tu salud física o mental”.

Todo éste proceso de semiosis, osea el proceso (percepción, idea o estímulo) por el que algo se vuelve un signo dentro de tu cabeza; es algo inevitable y muy difícil de reprogramar, ya que influyen demasiadas cosas, tales como el idioma, el contexto social, la situación de clase o movilidad de clase social, educación, y múltiples factores. Es pues, en pocas palabras, tan difícil cambiarlo, como querer construir un edificio encima de otro sin tirarlo primero.

Y esto duele, duele porque es un gran proceso de deconstrucción, que no es únicamente interior, sino que es trabajo también del contexto y la evolución del mismo. Es así que no podemos pintar algo de rojo, si constantemente está cayendo un goteo de pintura amarilla, primero debemos terminar con ése goteo.

La idea del cuerpo hegemónico,  el culto a la delgadez y los rasgos europeos, es una constante que intenta ser silenciosa o camuflada por la inclusión casual de cuerpos diversos, ya sea de tallas grandes o de diferentes colores (a veces razas se me hace una palabra un poco chocante, por favor alguien experto dígame si estoy en lo correcto con mi sentir); a mi parecer esa supuesta inclusión, no logra más que parecer una broma.

Al mismo tiempo, los valores de la moda circular, el slow fashion y la sostenibilidad, son algo que debería de ir de la mano con la liberación del cuerpo, ya que muchos  de ellos, no encuentran opciones para vestir más que dentro del ultra fast fashion, además con telas que no cubren las necesidades ni de la comodidad, ni de la sostenibilidad, mucho menos de la trazabilidad.

Ahora bien, dentro de esos conceptos pre programados en nuestro cerebro por miles de elementos de nuestra vida, además de los cuerpos hegemónicos, la interpretación de belleza dominante versus la individual y todo lo que compete y baja a la vida cotidiana y nuestra relación con el vestir, tenemos un elemento que se vuelve otra piedrita en el zapato, las “reglas del vestir”.

Dentro de ésas reglas tenemos lo que se le denomina –tipos de cuerpo- ya sabes, el que tipo de fruta o elemento medidor del tiempo eres, y con ello que ropa te resulta apropiada. ¿apropiada para qué? Yo encuentro muchas veces hasta a mi misma pensando en ello, que si eso te alarga, te adelgaza, te equilibra el largo del torso con las piernas, te esconde la panza. Un factor que es otro momento rasposo en la ya rasposa relación que muchos tenemos con nuestro cuerpo.

Ahora bien, ¿Cuántas veces hemos estado en el departamento del género contrario al asignado, visto algo genial y que quizá nos queda, y no nos lo hemos llevado? Seguro al menos una vez, y es que el género en las prendas, es parte del reforzamiento de lo establecido del sistema, un sistema hetero patriarcal, que fomenta el encasillarnos en lo que ellos llaman “normalidad”, cosa que sin embargo es un concepto tan ambiguo y tan mutante, que no creo que podamos llegar a un consenso sobre ella.

Por último y no menos importante: el  -edadismo- y la forma correcta de vestir de acuerdo a tu edad” ¿Pero de qué demonios estamos hablando? Obviamente de lo que nuestras mamás y papás nos dijeron que ya no nos podíamos poner porque ya no éramos unos niños, como cuando tenías una prenda con lunares de color y mil volantes que usabas para todo y cuando pasabas a la pubertad, pues ya a ellos se les hacía inapropiada aunque siguiera estando en tus gustos  y estuviera intacta. Ése tipo de cosas de nuevo hacen el proceso de semiosis en tu mente y se vuelven en que tú, tengas la idea de que no puedes usar ciertas cosas que te han hecho feliz hasta ahora, después de cierta edad.

Éstos procesos son interesantes, es bueno entenderlos, reflexionarlos y tratar de combatirlos en la lucha constante de nuestras mentes y nuestro entorno de cada día. Sabemos que eso es extremadamente difícil, pero al concientizarnos de que están dentro de nuestras cabezas y de igual forma, entender que quizá no estemos de acuerdo en ellos; es cuando, también los diseñadores de moda, nos liberaremos  para que el camino a la sostenibilidad esté pavimentado por mejores preceptos que no impidan la creación y uso de nuestras prendas por todas las personas, que ya libres de miles de prejuicios, darán un salto dentro de nuevos conceptos que además, aboguen por que las nuevas sociedades ya por default, trabajen la moda consciente y sean ellas mismas mejores en todo aspecto.

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